sabato 21 gennaio 2012

...ad ogni Viandante


DIRETO DO CAMINHO

La Vida: una Peregrinación…

Siendo niño preguntó al viento:
¿Qué me depara el destino?
No hubo respuesta; sólo silencio.
Y en silencio emprendió Camino.

Con paso veloz, aunque inocente,
tenía prisa por “llegar”.
Mientras galopaba su mente,
su vida pasaba, sin más.

Y así, ajeno a su propio presente,
un futuro empezó a imaginar.
Imaginando llegó a adolescente,
con poco más que vacuidad.

Y de nuevo preguntó al viento:
¿Qué me depara el destino?
No hubo respuesta; sólo silencio.
Y entendió que no había vivido.

Con coraje reemprendió Camino,
y tomando las riendas de sus pasos,
contempló cada piedra, cada hito,
cada bello amanecer, cada ocaso…

Caminando llegó a conocerse
y a confiar en el desconocido.
Caminando aprendió a ser fuerte
y a regalar su fuerza al Amigo.

Y mientras en su andar avanzaba,
ya no volvió a molestar al viento.
Fue entonces, una tarde clara,
que, con sus silbos, le habló presto:

 “No creas que no te escuchaba.
Mas no respondí a tus prisas,
pues correr no sirve de nada
cuando el Camino es la Vida.

Ahora que nada preguntas,
la respuesta has encontrado.
Tu destino, que ya no te turba,
es vivir lo que vas creando.

Has nacido Peregrino,
y tu misión es Caminar.
Si no divisaras Camino,
lo habrías de dibujar.

Camina sin prisa, tranquilo,
pues a más prisa, más vagar.
Y perdónate los desatinos.
Forman parte de tu propio Plan.

 Ve hollando, sin dudar,
tu pensar, tu sentir, tus firmes pasos.
Lo creas o no, tus huellas animarán
a otros Peregrinos exhaustos.

Tu destino no está escrito.
Lo escribes tú con tus manos.
Cuida tu pensar, Peregrino;
es la simiente de tus pasos.”

Después el viento calló,
y le acarició con sus ráfagas.
El “crecido” muchacho sonrió,
para agradecer sus enseñanzas.

Con serenidad y mucho Amor,
continuó sin temor su aventura.
Pasó frío, y a veces calor,
por eufóricas montañas, y aburridas llanuras.

Cada piedra fue testigo
de su incesante y feliz caminar.
Le vieron llorar siendo niño.
Le vieron envejecer sin llorar.

Y siendo anciano preguntó al viento:
¿Ya he llegado a mi destino?
No hubo respuesta; sólo silencio.
Y en silencio, su alma prosiguió Camino…
© Ana Ortiz
III Premio Nacional y Premio Local “María Giralt” – 2003



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